En el mundo del diseño de interiores, hay proyectos que destacan por su estética y otros que lo hacen por su capacidad de emocionar. En el caso de Quefalamaría, ambas cualidades se entrelazan. Detrás de este estudio de interiorismo se encuentra una filosofía clara: el diseño debe acompañar a la vida y no al revés.
Con un enfoque sensible, funcional y profundamente humano, Quefalamaría convierte cada proyecto en un espacio único, diseñado para ser vivido
Diseñar pensando en cómo se va a vivir el espacio
Para María, la fundadora de Quefalamaría, el motor creativo no es únicamente la estética visual, sino la vida que sucederá dentro de cada ambiente. “Antes de pensar en el cómo va a quedar, me obsesiono en el cómo se va a vivir”, nos cuenta. Imagina los silencios compartidos, los desayunos en calma, las risas improvisadas. Su objetivo es claro: diseñar espacios que abracen a quienes los habitan.
Este enfoque se refleja en proyectos donde la funcionalidad y la belleza van de la mano, con soluciones personalizadas para cada estilo de vida, sin caer en fórmulas repetidas.

Proyectos con alma
Cada vivienda tiene una historia, pero algunas dejan una huella especial. María recuerda con emoción el proyecto de una clienta que buscaba un nuevo comienzo tras una etapa personal difícil. “Fue un proceso muy emocional, muy humano”, nos dice. El rediseño del espacio no solo transformó su casa, sino también su manera de habitarla y, en cierto modo, su vida. A los pocos meses, esta clienta le escribió para contarle que había vuelto a abrirse al amor. “Eso lo hizo inolvidable”, añade María.
Este tipo de vivencias reflejan la esencia del estudio: diseñar no solo para gustar, sino para acompañar procesos vitales.

Claves de un buen interiorismo
El éxito de un proyecto no depende de una sola variable, sino de la unión de varias que deben funcionar como un todo. Para María, hay tres pilares imprescindibles:
- Distribución adaptada a las necesidades reales del cliente.
- Escucha activa y traducción estética de sus ideas.
- Gestión y planificación rigurosa de la ejecución.
“De nada sirve un diseño espectacular si no está bien ejecutado, ni una obra impecable si el espacio no está bien pensado”, afirma. El equilibrio entre creatividad y organización es, para ella, lo que convierte una casa en hogar.

Cada entrega de proyecto tiene algo especial, pero hay momentos que se quedan grabados. Como el día en que entregaron una vivienda completamente reformada y decorada, y el hijo pequeño de la familia les pidió una foto de su nueva habitación para poder dejarla “igual que como la había puesto María”. Un gesto espontáneo que habla del impacto emocional y estético que genera su trabajo, incluso en los más pequeños.

Marcas con propósito, sin etiquetas
Quefalamaría no se casa con ninguna marca. Prefiere explorar, mezclar, descubrir nuevas propuestas y adaptar los recursos al alma del proyecto. Puede combinar piezas asequibles con otras de diseño consolidado, buscando siempre que el resultado respire coherencia y personalidad. Esa versatilidad y apertura a lo nuevo es parte de su sello.

El trabajo de Quefalamaría es una invitación a repensar los espacios desde la emoción, el orden y la autenticidad. Cada casa es distinta, como lo son quienes la habitan, y ese enfoque profundamente humano es lo que convierte a este estudio en una referencia del interiorismo con alma.
Porque cuando un espacio está bien pensado, no solo se vive mejor: también se siente mejor.

Si quieres conocer más sobre sus proyectos, filosofía y servicios de diseño de interiores, puedes visitar su página web: www.quefalamaria.com. Un espacio digital donde la inspiración y el buen gusto se encuentran.


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